¿Cómo será el gobierno de Juan Bosch? ¿Será Bosch tan buen presidente como resultó ser tan buen político en la campaña que lo llevó al poder?
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Estas y muchas otras interrogantes están clavadas hoy en el firmamento de la Patria y bullen en la mente de los millones que se cobijan bajo su manto, que esperan que sea el propio Bosch quien despeje las incógnitas..
La realidad es que Bosch no hubiese aparecido tan complicado ante los hombres que gobernará por cuatro años si no hubieran acontecido dos cosas que tienen perplejos a sus conciudadanos.
La más desconcertante de ambas resultó ser su discurso del 17 de febrero, el día en que regresó al país, o mejor dicho, los pasajes cimeros de esa larga perorata.
La que más preocupación ha causado es el proyecto de constitución introducido por su partido ante la Asamblea Revisora.
Cifremos, no obstante, la esperanza de que los días que han comenzado a contarse desde la toma de posesión del presidente despejen las inquietudes que provocaron esos recientes acontecimientos, cuyo análisis nos proponemos en este escrito.
Un discurso infortunado…
Realmente, aquel discurso del presidente fue infortunado. Ni el halagüeño relato de su provechosa gira por los países del mundo occidental, en pos de recursos económicos con que desarrollar las inéditas fuentes de producción del país, ni la exposición de sus grandes planes de gobierno, lograron borrar la mala impresión causada por el presidente cuando impartió el “visto bueno” al debatido proyecto constitucional sin ninguna reserva y cuando sobre todo, advirtió que tal proyecto, como cualquiera otra que fuera sometida al Congreso Nacional procedente del gobierno, sería aprobada en un tiempo record por la aplanadora que representa la mayoría abrumadora del PRD en los cuerpos legislativos.
Tan extrañas y duras frases chocaron en los oídos de quienes estaban acostumbrados a oír de aquellos labios otro lenguaje expresado en palabras casi paternales.
De repente, cada cual se hizo su imagen del caso. El político de la paternidad se había convertido ya en un gobernante que ni siquiera blandía un látigo de siete chuchos, sino que conducía una máquina capaz de arrollarlo todo a su paso..
Y no era para menos, porque resultaba difícil que alguno de los 600,000 y más dominicanos que votaron por él aceptara su juicio de que quienes habían perdido las elecciones eran los que estaban combatiendo el proyecto porque en realidad, muchos, muchísimos de esos 600,000 estaban entre los que se mostraban inquietos y hacían críticas abiertas al mismo.
Tampoco era admisible la opinión del presidente respecto de que los diputados del PRD se habían dejado confundir por los que perdier0on las elecciones. Olvidó el presidente, al hablar así, que unos y otros fueron elegidos por el pueblo y al pueblo se deben únicamente.
Y ni qué decir de los ataques a los “tutumpotes”. Estos, como se sabe, no son de radicación exclusiva de un partido determinado, porque están en todas partes, incluso en el propio PRD, y lo lógico era que se sintieran acosados.
Para culminar la serie de fallas, el presidente desplegó un duro e inclemente ataque contra el casi extinto Consejo de Estado, que produjo en el ánimo del público, muy adicto al victimismo, una reacción desfavorable, la cual se acrecentó con la réplica llena de datos e informes del presidente del régimen colegiado. El cáliz se rebosó cuando el presidente ripostó.
ERRORES QUE HABÍA CRITICADO A OTRO
Bosch incurrió en errores que había criticado y combatido en otros políticos. Entre las desdichadas frases de “pésele a quien le pese” de los líderes cívicos y la desgraciada figura literaria del “látigo de siete chuchos” del doctor Viriato Fiallo, la “aplanadora” de Bosch apareció más contundentes y, en efecto, las comparaciones no favorecieron al líder blanco.
Pero ese no constituyó el único error del presidente en el discurso aludido. Repitió, aunque en circunstancias distintas, lo que hizo la Unión Cívica Nacional al convertirse de agrupación patriótica en partido político.
Recordemos, la Unión Cívica Nacional pretendió continuar como partido político el sistema de lucha que había llevado a cabo como agrupación patriótica. Ese error de excluir a determinados militantes le hizo gran daño y los resultados finales fueron contestados por las urnas electorales.
De manera similar Bosch continuó usando los mismos métodos de cuando hacía campaña política empleando los mismo slogans y haciendo oposición a un gobierno que ya casi no existía.
Olvidó el presidente que fueron algunos “tutumpotes” los que ayudaron al PRD a llegar al poder y que las censuras al Consejo de Estado no llenaban una finalidad práctica en lo que concernía al pueblo. En efecto, el pueblo ya no le interesan las críticas al Consejo de Estado, sino que lo que le importa es que le resuelvan sus grandes problemas. Esto mismo le había ocurrido al propio Consejo de Estado cuando asumió el poder y pretendió capitalizar las deficiencias del gobierno que le precedió.
En campaña electoral esos dos recursos de propaganda política, es decir, la oposición al gobierno y la explotación de la lucha de clases, le rindieron resultados provechosos al PRD, que convertido ahora en partido de gobierno, no puede continuar haciendo oposición a un gobierno inexistente, ni debe seguir dividiendo a la ciudadanía en dos bandos: los tutumpotes y los que no lo son.
LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA…
Un discurso, sin embargo, ya lo dijimos al principio,, por infortunado que resultare, no define la conducta ni la obra de gobierno de un presidente, porque éste puede rectificar sus juicios y seguramente Bosch, que tiene manera de buen estadista, no sólo corregirá la redacción de aquel discurso, sino que no hará uso de su “aplanadora” para oponerla a intereses que es necesario preservar, para hacer posible la Revolución Democrática.
El proyecto de Constitución no es, en muchos aspectos que ha suscitado intensas controversias, tan inquietantes. A veces los textos carecen de una redacción clara que impiden una interpretación limpia de los mismos, pero tales defectos son susceptibles de corrección.
Muchos hombres que no pertenecen al PRD, neutrales y partidistas, están deseosos de cooperar, con el presidente Bosch en la realización de su Revolución Democrática. La Revolución Democrática es más que necesaria, urgente.
No es una mera frase de demagogia política. No debe ser una combinación de palabras para discursos. Debe hacerse. Lo creemos sinceramente y sabemos que muchos dominicanos militares que no son afiliados al PRD o que no pertenecen a ningún partido, quieren ayudar al presidente a realizarla, con una condición solamente: Que sea la Revolución Democrática Dominicana.
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