ESPECTRO DE TRUJILLO aparece en la tercera planta del Palacio Nacional…

NOTA: Este artículo apareció en la edición No. 66 de la Revista Ahora de fecha 10 de enero del año 1964, páginas 63 y 64.
PUEDES ESCUCHARLO AQUÍ…

Una joven empleada del Palacio Nacional afirma haber visto dos veces al dictador ajusticiado en un salón de la tercera planta de ese edificio.

El titular de este escrito sugiere un tema político, pero no es así. No se trata en él de especular con el tema de la presencia abstracta de Trujillo en las diversas manifestaciones de la vida nacional.

Esto último es materia fresca todavía para políticos y escritores que creen ver la sombra del dictador ajusticiado en todas partes, menos, por supuesto, en su propia casa.

Cuando decimos que el espectro de Trujillo ronda por pasillos y habitaciones del Palacio Nacional no estamos hablando en lenguaje figurado.

Como nos lo contaron a nosotros, así lo referimos. Lo que va a continuación es la historia fantástica de la aparición de Trujillo a una joven empleada de la oficina para el Bienestar de la Comunidad, que funciona en la tercera planta del Palacio.

Por razones especiales no citamos su  y creemos que con este requisito no estamos faltando a un deber frente los millares de lectores de la Revista Ahora. Sencillamente no tenemos autorización para citar el nombre la persona que creyó ver el espectro del dictador ajusticiado…

LOS MUERTOS NO SALEN…

Entre las gentes del pueblo el tema de si los muertos salen o no salen, ha sido siempre muy controversial. Por supuesto que hay que descartar que un cadáver pueda salir de su sepultura, pero la ciencia no ha explicado aún, ni mucho menos ha podido desmentir, ciertos fenómenos psíquicos que, por supuesto nosotros no vamos a tratar de aclarar aquí.

El asunto por un lado es tétrico, y no queremos comenzar a poner en carne de gallina a nuestros lectores, y por el otro es profundamente científico y en esas honduras no vamos a meternos…

Lo cierto es que “salgan o no” los muertos, existen personas que poseen facultades especiales para presentir y aún ver las figuras de personas que ya no están en este mundo. Y eso fue lo que, según se asegura, pasó a una joven empleada del Palacio Nacional.

EN EL TERCER PISO…

Las apariciones fueron dos y tuvieron efecto, según el relato en la tercera planta del Palacio, en el amplio salón donde estaba antes la cabaña al estilo italiano, ocupado actualmente por las oficinas de Bienestar de la Comunidad.

De acuerdo con nuestro informante ese día la joven empleada estaba sentada junto a su máquina de e escribir, absorta en su trabajo cuando, en un gesto involuntario, miró hacia abajo, a su derecho. Vio primero los zapatos lustrosos de una persona de una persona que estaba junto a ella, como si estuviera mirando lo que ella escribía.

Su mirada curiosa recorrió entonces el filo de un pantalón de gabardina amarilla, muy bien planchado, dándose cuenta de que el curioso era un militar.

Cuando buscó el rostro de éste para identificarle, la joven dio un grito de estupor. En aquella cara dura y silenciosa había visto los rasgos fisonómicos del dictador ajusticiado.

No me haga daño… No me haga daño, repetía la muchacha al apartarse de la figura, que seguía inmóvil, mirando sin mirar, hacia un punto lejano. Aquel grito era una súplica pero también una demostración de miedo. Tan grande fue la maldad que en vida ejerció el dictador contra todos, que aún en la muerte se le teme.

La joven se lanzó a los pasillos y luego descendió a la segunda planta, donde contó a unas cuantas personas, lo que le había ocurrido.

Nadie o muy pocos, por supuesto, le creían. Le dijeron, entre sonrisas escépticas, que ella había padecido de una alucinación, originada en circunstancias tales como las que se había quedado sola trabajando en una oficina apartada, en tanto oscura y seguramente se había puesto a pensar en la tontería de que se le apareciese el espectro del dictador.

Tal vez ella misma pensó que había sido víctima de su propio temor y que, en realidad su imaginación había construido el espectro de Trujillo al encontrarse sola en aquella habitación tan grade y semi oscura.

Alucinación o videncia, ambos fenómenos síquicos suelen ser hijos de la emoción, con la diferencia de que el primero es elaborado por la mente y el segundo reside en ella.

La joven empleada no estaba segura de que ella fuera una vidente, sino que había padecido de una alucinación. Sin embargo…

La segunda aparición

Unos días después, cuando entraba a la oficina con un legajo de papeles en las manos advirtió que en el fondo del salón había una persona de pie, de espaldas. Vestía traje oscuro, lustrosos calzados negros y en el extremo de las mangas del saco se advertía los puños de una camisa blanca que lucían gemelos dorados. Estaba trajeado como todo un dandy.

La persona se volvió lentamente hacia la mucha. Era él, otra vez. Él Trujillo, se la había vuelto a aparecer. La muchacha dejó caer el legajo que llevaba en las manos y echó a correr deteniéndose en la segunda planta.

Ya no le quedaba la menor duda. La vez anterior no había padecido de ninguna alucinación. Había visto a Trujillo, primero en uniforme militar y ahora lo volví a ver en traje civil. Era él, recordaba su rostro duro, pero esta vez no tenía la mirada escrutadora que a tantos echaba a temblar. Esta vez su mirada se perdía en la nada. Sus ojos parecían más bien dos concavidades.

¿Qué mensaje quería transmitir el dictador? ¿A qué se debían esas apariciones? Para muchos tales apariciones eran un fatal anuncio. Esas creencias creyeron los que opinaron así verla justificada en un hecho que se produjo unos después de las apariciones: la explosión de los polvorines del destacamento militar 27 de febrero.

YO NO LO CREO…

Por supuesto, hay muchas gentes que no creen en las apariciones. Pero otros afirman que esta no es la primera que el espectro del dictador se aparece a alguien en el Palacio.

Un técnico en radiorecepción que presta servicio en la dirección de prensa del palacio afirma que sintió también el hálito de una presión extraña que llenó el ambiente de frio, una tarde que subió al tercer piso a buscar unos grabadores.

Algunos afirman que el empleado sintió miedo al percatarse de la soledad en que se hallaba, en el mismo lugar en que días antes la joven de eta historia afirmó que había visto el espectro del dictador.

Otros dicen que sienten pisadas y ruidos nocturnos. Hasta su afirma que un sacerdote echó agua bendita al salón de las apariciones, pero, por supuesto, nada de esto ha tenido confirmación oficial.

Leyenda o realidad, lo cierto es que tales apariciones constituyen buen material de comentario en el propio Palacio Nacional y fuera de él.

De momento hasta los políticos especularán con el caso. No faltará un político de esos que hacen provecho de cualquier circunstancia para hacerse para hacerse notable entre las masas del pueblo que trate de sacar ventajas con las apariciones. No lo dudemos, pues, que el espectro de Trujillo sea también material consumible en cualquier campaña política..

 

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