Controvertido por su popularidad en redes socio digitales y posturas políticas ambiguas, el joven mandatario enfrentará varios desafíos para gobernar uno de los países más violentos del mundo.
Nayib Armando Bukele Ortiz, de 37 años de edad, tomará posesión como el presidente más joven en la historia de El Salvador, tras refrescar la escena política salvadoreña.
El empresario, propietario de la distribuidora de motocicletas Yamaha y otras compañías que ofrecen servicios de publicidad, logró un holgado triunfo electoral el 3 febrero de 2019, al sumar 53% de los votos emitidos frente a los dos partidos mayoritarios de El Salvador: la coalición conservadora Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Ambos partidos se habían disputado y alternado el poder desde el fin de la guerra civil salvadoreña, que finalizó en 1992.
En sintonía con su promesa de innovación, Bukele invitó a los salvadoreños a asistir a su investidura presidencial en una ceremonia al aire libre, a las afueras del Palacio Nacional de El Salvador, contrario a las últimas ceremonias que habían tenido lugar en recintos cerrados.
Bukele nació en San Salvador, la capital del país, el 24 de julio de 1981. Proviene de una familia que simpatizó con la guerrilla salvadoreña y que incluso dio refugio a líderes guerrilleros como Schafik Handal, uno de los cinco comandantes del FMLN.
Con el paso del tiempo, el joven Bukele estudió derecho en la Universidad Centroamericana (UCA) de San Salvador, pero abandonó los estudios para dedicarse de lleno a las empresas de su padre, el químico industrial Armando Bukele, representante de la comunidad árabe en El Salvador.
El joven inició su actividad política dentro de las filas del izquierdista FMLN, que en 2012 lo convirtió en su candidato para la alcaldía de Nuevo Cuscatlán, poblado ubicado a 8,5 kilómetros de San Salvador. Su estilo desenfadado le ayudó a ganar la elección y a partir de ahí se convirtió en un personaje importante dentro de la política salvadoreña.
Ante el éxito de su primera gestión, el partido lo nominó como alcalde de la capital, San Salvador, para el periodo 2015-2018.
Nayib Bukele durante un mitin para cerrar su campaña electoral en el centro de San Salvador, El Salvador, 26 de enero de 2019. / Jose Cabezas / Reuters
Pero en pleno ascenso, un incidente provocó que fuera expulsado del FMLN en octubre de 2017 por supuestamente calificar a una concejal municipal de San Salvador como “bruja y traidora”, para luego presuntamente arrojarle una manzana. Bukele atribuyó la expulsión del partido a la serie de críticas que realizó por los malos resultados de los gobiernos del FMLN.
De este modo, Bukele intentó fundar su propio partido, Nuevas Ideas, pero el registro fue rechazado. A mediados de 2018, utilizó su popularidad en redes sociales para anunciar su candidatura presidencial por el partido derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), que le permitió ganar las elecciones meses más tarde, sin necesidad de recurrir a una segunda vuelta, bajo el lema: “devuelvan lo robado “.
Pero a pesar del vertiginoso ascenso del joven político, sus críticos le han reprochado ambigüedad en muchas de sus posturas políticas.
Uniformados patrullan un vecindario en San Marcos en las afueras de San Salvador, El Salvador, 10 de junio de 2015. / Jose Cabezas / Reuters
Autoproclamado como un político “de izquierda radical” pero afín a las políticas de EE.UU. y crítico de las “dictaduras” de Nicaragua, Honduras y Venezuela, es identificado por analistas como un político antisistema que ha evitado definirse religiosamente, en un país con una fuerte filiación católica y evangélica.
Bukele fue enjuiciado y absuelto en marzo de 2019, tras convertirse en presidente electo, debido a las acusaciones contra la concejala municipal, que le costó la expulsión del FMLN.
El país que recibe Bukele
Sin embargo, el joven mandatario enfrentará diversos desafíos como negociar con un Congreso dominado por la oposición, en un país marcado por la violencia y altos índices de pobreza.
En 2018, El Salvador registró un total de 3.340 homicidios intencionales, de acuerdo con el reporte de la Policía Nacional Civil (PNC). Aunque la cifra de asesinatos ha bajado por tres años consecutivos desde 2015, el país centroamericano sigue teniendo una de las tasas de homicidios dolosos más altas del mundo, con 50,3 asesinatos por cada 100.000 habitantes.
Miembros de la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13) antes de ser llevados a la cárcel de Zacatecoluca, El Salvador, 31 de enero de 2019. / Jose Cabezas / Reuters
Para erradicar la violencia de las pandillas, Bukele propone una estrategia de prevención, combate al crimen con mayor capacitación para las fuerzas de seguridad y la reinserción social de los exintegrantes de las pandillas.
Otro de los mayores desafíos es mejorar la calidad de vida de la población. Un informe oficial señala que 29 % de los salvadoreños sigue viviendo en situación de pobreza.
Para combatir este fenómeno, la propuesta del mandatario electo es modernizar el sector agrícola de la franja norte del país, una de las zonas donde se concentra el mayor número de pobreza extrema.
Uno de los retos que también deberá afrontar su Gobierno es la desventaja en el Congreso, en vista de que la Asamblea de Diputados está dominada por la oposición liderada por ARENA, junto a sus aliados del PCN y PDC, con 49 de 84 legisladores; seguido del FMLN, que cuenta con 23 diputados. El partido GANA solo cuenta con 10 curules.
Lucha anticorrupción
Bukele también ha manifestado su intención de crear una comisión internacional contra la corrupción, con ayuda de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Esto, luego de que gobiernos anteriores acusados de corrupción acapararan buena parte de la discusión durante las campañas en El Salvador.
Así ocurrió en el caso de Mauricio Funes (2009-2014, FMLN), ahora asilado en Nicaragua y contra quien pesan varias órdenes de detención por presunta corrupción; y Francisco Flores (1999-2004, ARENA), quien murió mientras era investigado por supuesta malversación de recursos públicos.