“Desiderio Arias, víctima de Arias”, debiera ser el título de este reportaje. Porque él mismo, fue, ante todo, la víctima de su propia insensatez. Al general Arias no se le perdona que, tras el pecado de haber contribuido en gran parte a las ascensión de Trujillo, evitara la muerte de éste cuando los seguidores del noroestano en rebeldía trataron de eliminar al naciente déspota. OIGA PODCAST Y VIDEO AQUI..
El caso del general Arias, que perdonó a Trujillo después de haberlo sustentado, hace recordar el de Francisco del Rosario Sánchez, con la diferencia de que el prócer febrerista sustentó, después de perdonarlo, al responsable de la ignominia patibularia del 27 de febrero de 1845.
Sabido es que Sánchez, siendo comandante de armas de la plaza Santo Domingo, le perdonó y garantizó la vida al general Pedro Santana en 1849, después de haber llevado al cadalso a la tía y al hermano del héroe de la Puerta del Conde.
Igualmente, imperdonable resulta el caso de Desiderio Arias. Es que su oposición a la eliminación de Trujillo hace dos veces reo al guerrillero noroestano. Reo de haber hecho lo que no debió hacer, apoyar a Trujillo en 1930 y culpable de no haber hecho lo que debió hacer, permitir la muerte del déspota en 1931.
La verdad es que ya que Arias, con su intransigencia proverbial, había provocado la renuncia de Nouel, posteriormente entorpecido a Bordas y finalmente derribado a Jiménez, no debió vacilar en dejar mano libre para que se le hiciera tan inmenso bien al país como habría sido la decapitación del trujillato.
Gran equivocado…
Si grande fue el error de Arias al sustentar a Trujillo en 1930, no menos grande hubo de ser el equivocado de su tardía rebelión.
Ocurrió ésta el 26 de abril de 1931, cuando ya se había entregado el general Domingo A. Peguero; cuando ya había depuesto su actitud rebelde el general Pedro Antonio Estrella –Piro-, cuando ya estaba muerto el general Cipriano Bencosme, y cuan todavía, por el contrario, acompañaba a Trujillo el vicepresidente Estrella Ureña. Este caería en desgracia el siguiente diciembre.
Después de su alzamiento de abril, levantamiento que apenas tuvo una semana de duración, el general Arias se levantó por segunda vez, lo que ocurrió el 13 de junio.
En aquella acción suicida acompañábanlo en su reducto de los cerros de Gurabo cerca de quinientos hombres valientes y leales, entre quienes se contaban Victoriano Almánzar, Francisco Morillo, Salomón Haddad y Máximo Ares García; pero acorralado por las fuerzas gobiernistas acabó por caer el 20 de junio del preindicado 1931.
Existe una versión de que al levantarse en armas el señor Arias, esté contó con la promesa de apoyo, considerado decisivo, del vicepresidente Estrella Ureña y el general Simón Díaz.
De acuerdo con la misma versión, entre los papeles que Arias llevaba consigo en el momento de su muerte, había una comunicación en la que el licenciado Estrella Ureña le notificaba que por no haber respondido el general Díaz quedaba sin efecto la promesa de respaldo.
Se trata de una versión no confirmada, que, de ser cierta, explicaría por sí sola la razón del levantamiento antitrujillista del senador por Montecristi.
Versión de Tatis Monción…
Según una declaración de Bertilio Tatis Monción –Prieto Mayer, que ha tenido la gentileza de facilitarnos el doctor Vetilio Alfau Durán, el declarante dejó su automóvil en Navarrete y se fue al monte con Arias cuando éste lo invitó a ello a raíz de haberse entrevista con el presidente Trujillo en el Club Comercio, de Montecristi.
Explica Tatis que Desiderio cayó después de decir a los suyos: Sálvense como puedan, que estamos perdidos”.
Agrega que dicho esto se dirigieron a un rancho de tabaco y que cuando estaban llegando al mismo, comenzaron los ladridos de una pera negra, lo que atrajo la atención de las fuerzas del gobierno, que por allí estaban en servicio de vigilancia.
Relata el informante que él mismo estaba en una mata de limones agrios y oyó cuando sus perseguidores dijeron: “corran que aquí están los gavilleros”.
Ante eso, prosigue Tatis, el general Desiderio, que estaba sentado en el rancho en una piedra salió huyendo y al brincar una empalizada le dieron un balazo debajo del costado derecho y botaba sangre por boca y nariz”.
Dice Tatis que, ya herido, Desiderio mencionaba a Pomona, su señora, y que entonces los guardias llegaron al sitio y exclamaron: “aquí está Desiderio, a lo que este respondió: Así no es que se matan los hombres guapos, y haló por su revólver y tiró todos los tiros.
Refiere que como quince minutos después, llegó El Turco, Salomón Haddad con 400 hombres y estuvo alrededor de media hora peleando con los guardias de Trujillo.
En esta parte de su declaración señala que en ese pleito también peleó mucho al lado de El Turco, el señor Pasito Ares.
Casi al final de su interesante relato consigna Tatis: Yo oí cuando el general Ludovino Fernández les ordenó a los guardias que le cortaran la cabeza al general Arias y se la cortaron; por eso a mi parecer el cuerpo del General Desiderio Arias se quedó ahí, porque lo único que ellos cogieron fue la cabeza de él y un maletín que contenía dos mil quinientos pesos, todos en papeletas de cinco pesos”.
Según Tatis, “ese dinero quien lo cargaba era un hombre de los del lado de Desiderio que tenía unos bozos grandes y también lo mataron.
Termina Prieto Mayer relatando que, ya muerto Arias, aquél de Gurabo pasó a Montecristi y que allí Isabel Mayer, quien me crió, me mando a donde Trujillo, que estaba en Santiago y ahí, Trujillo me dijo que por qué había conspirado contra él y le dije que porque le debía favores al general Desiderio Arias.
En eso, prosigue Tatis, me regaló 500 pesos y me despachó para mi casa, junto con Jesús María Castro, que en ese entonces era general de los de Trujillo y con él fue que Doña Isabel Mayer me mandó donde Trujillo.
Otras referencias…
Aunque la investigadora Nancy L. González hace notar que no existen pruebas documentales acerca del nacimiento, bautizo y matrimonio del general Arias, tenemos al menos la de su enlace matrimonial con Simeona Castro, Pomona, efectuado ante el oficial del Estado Civil, señor Ramón Rivera el día primero de enero de 1902.
Se trata de una copia certificada expedida por el actual oficial de Montecristi, ciudadano Maximino de Peña Jiménez.
En cuanto al lugar del nacimiento, hay quien pretende que ocurrió en Muñoz, Puerto Plata, pero contra esa afirmación poseemos el testimonio escrito del señor Armando Álvarez Martínez, primo hermano del general Arias.
Atestiguan Álvarez Martínez que su pariente nació en Las Aguas, Montecristi, y que sus padres Tomás Arias y María Eugenia Álvarez Arocha, eran de Magdalena, actual sección del distrito municipal de Castañuelas. Agrega que en ningún momento los progenitores del general Arias residieron en Puerto Plata.
La investigadora Nancy L. González, autora de un laborioso estudio acerca del general Arias, le hace a este no mucho bien cuando para justificar el alegado antinorteamericanismo del bravo noroestano dice que éste se opuso en 1930 al presidente Vásquez porque este mandatario parecía inclinado a los norteamericanos.
Es lo que se llama atribuirle a Desiderio unos escrúpulos análogos a los María Gargajo, habida cuenta de que no era un argumento válido enfrentarse a Vásquez por un presunto norteamericanismo de parte de éste, para inmediatamente hacer causa común con quien había sido un aventajado y fiel discípulo de Knapp, Fuller, Snowden, Robinson y demás maestros interventores del aciago 1916. Fuente. Revista Ahora de fecha 10 de enero de 1972.