Por Felipe Ciprián
SANTO DOMINGO, RD. – Leonel Fernández y Danilo Medina, figuras principales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), están empate. O “en pa”, como dirían en Villa Majega o Sabana Alta, donde algunos se toman el tiempo para leer mis digresiones.
PUEDES ESCUCHARLO AQUÍ…
Leonel decepcionó a Danilo cuando contrariando el principio antirreeleccionista de Juan Bosch y del PLD hasta ese momento, buscó la reelección presidencial y la logró tras haberlo aplastado en las primarias internas celebradas el 6 de mayo de 2007. El entonces perdedor (Danilo) afirmó: “Reconozcamos que numéricamente el Estado (Leonel era el Presidente) ganó y que la reelección tiene un espacio dentro del Partido de la Liberación Dominicana”.
Como no se atrevió a intentar modificar la Constitución para habilitar la reelección antes de las elecciones de 2012 como se lo proponían Freddy Pérez y Félix Bautista, convertidos en “ingenieros constitucionalistas”, Leonel se decantó -persuadiendo de paso a Margarita de que dejara sus aspiraciones- y terminó apoyando a Danilo para que ganara las elecciones frente a Hipólito Mejía, que le llevaba una ventaja de más de 20% y que él mismo se encargó de regalar el poder por su memez.
Pero desde el poder Danilo sorprendió a Leonel en la primavera de 2015 cuando usó su mayoría en el Comité Político -no fue necesario acudir al Comité Central donde obtendría el mismo resultado- para aprobar la decisión de instruir al bloque parlamentario del PLD para que impulsara la reforma constitucional enfocada en habilitar nuevamente la reelección presidencial consecutiva, que estaba prohibida en forma expresa por la Constitución de 2010.
Pese a la resistencia discursiva de Leonel, la Constitución fue modificada, la posibilidad de la reelección entronizada con el “dos períodos y nunca más” -mientras tanto- y Danilo retuvo el poder en mayo de 2016.
Leonel yacía taciturno dando viajes al exterior y refugiado en su “bunker” de la calle Capitán Eugenio de Marchena: la Fundación Global, Democracia y Desarrollo (Funglode), que, convertida en universidad, es mucho más que un pasatiempo para leer y esperar.
De ahí en adelante, la desconfianza ha sido y será mutua porque Danilo entendió que Leonel le cerró los pasillos del Palacio Nacional en 2008 y Leonel vivió la realidad de que Danilo le impidió volver a postularse en 2016 como era su anhelo, y creyó merecer.
Con ese antecedente tan explícito, cualquier aficionado de la política dominicana debía concluir en que, para las elecciones de 2020, un acuerdo político o una convivencia respetable entre Danilo y Leonel, no tienen posibilidad porque la confianza está perdida.
Cuando un político de academia como Leonel lee o le comentan inferencias como estas que yo escribo, casi seguro responde -y lo hizo públicamente en el aniversario 44 de la fundación del PLD- diciendo que “quienes apuestan a la división del PLD”, no lograrán su propósito porque esa organización retendrá el poder en 2020.
Pero resulta que ningún opositor del PLD y menos un periodista que quiere aprender a analizar la realidad política y observar el futuro, lo ha puesto a pelear con Danilo. ¡Ha sido la lucha por el poder, y ahí no batallan ingenuos, sino dirigentes interesados en controlarlo todo en el país!
Actualmente Leonel y Danilo están -sin quizás, como diría Manuel Reyes- en un pulso con objetivos bien definidos aunque no sean del todo comprendidos por sus seguidores: Danilo, con aplastante mayoría en los organismos dirigentes del PLD, en el Congreso Nacional y control absoluto del Presupuesto, quiere congelar o aplazar por el mayor tiempo posible cualquier conflicto de ruptura con Leonel mientras sigue in