NUESTRA HISTORIA RECIENTE.- La extensión del período constitucional de Horacio Vásquez, trajo sus consecuencias. La oposición arreció su campaña contra el gobierno y la conspiración se inició en los cuarteles. Le abrieron el apetito de poder al temible jefe de Ejercito Nacional, el general Rafael Leónidas Trujillo Molina.
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El gobierno estaba en manos del vicepresidente José Dolores Alfonseca y del sobrino del presidente, Martín de Moya, quienes tenían el apoyo absoluto de la esposa de Horacio Vásquez, doña Trina de Moya de Vásquez. Ambos, a pesar de las rivalidades que tenían, lograron ponerse de acuerdo para hacer los nombramientos de empleados en la administración pública.
Dentro de las intrigas, los horacistas se percataron de que, si continuaban las rivalidades de las facciones de Moya y de Alfonseca, el Partido Nacional perdería las próximas elecciones.
A este encuentro se sumó la oposición del General Trujillo, quien se convirtió en amigo íntimo de Martín de Moya, manifestando que de ninguna manera trabajaría con el vicepresidente Alfonseca.
Enterado José Dolores Alfonseca de las intenciones del general Trujillo, inmediatamentamente maniobró para socavar su autoridad y para que lo separaran de la jefatura del ejército, pero esto fue inútil, porque el presidente Horacio Vásquez no solo confiaba en su pupilo Trujillo, sino que se apoyó en el ejército, disciplinado por los norteamericanos. Salvados los obstáculos, Trujillo depuró las filas del ejército y eliminó a todos aquellos militares que le eran adversos.
Trujillo, haciendo galas de su simulación, manifestó su intención de retirarse del ejército dentro de un año. Horacio Vásquez recibió con mucho júbilo esa actitud del jefe del ejército. Destacó que Trujillo era un hombre leal con quien se podía contar y exhortó a Alfonseca para que se apoyara en él, si quería ser presidente de la República.
Las ambiciones de mantenerse en el poder por parte de los horacistas, llegó al extremo de modificar nuevamente la Constitución para permitir que el presidente Vásquez se reeligiera por un nuevo período. No tenían fe en un candidato que no fuera su viejo caudillo.
El 20 de junio de 1929, proclamaron la reforma constitucional, sin la anticipación de la oposición. Suprimieron la no reelección y establecieron que el Secretario de Interior y Policía, a falta del presidente y vicepresidente de la República, cubriría la vacante presidencial.
Iniciaron la campaña en favor de la reelección, pero se encontraron con una oposición firme, de que de ninguna manera aceptaría esta maniobra que motivó el hecho de que diferentes líderes de la oposición volvieran a entrevistarse con el general Trujillo para atraerlo a sus propósitos. A Trujillo le propusieron nuevamente que fuera el candidato presidencial, para evitar el continuismo de los horacistas, Pero éste, aunque le gustaba la idea, siguió resistiéndose.
La salud del presidente Horacio Vásquez había mejorado. Empujado por el plan conjunto de Alfonseca y de Moya, puestos de acuerdo para permitir una nueva postulación del viejo caudillo, Horacio Vásquez anunció el 22 de octubre de 1929 que aceptaba ser postulado para un segundo período.
Sin embargo, el destino le fue adverso. El 28 de octubre de 1929 tuvo que salir el presidente Vásquez rumbo a la ciudad de Boltimore, en los Estados Unidos, para internarse en el hospital John Hopkins, donde le fue extirpado un riñón.
Interinamente el vicepresidente José Dolores Alfonseca asumió la presidencia de la República. Horas después, el influyente político del Cibao, Virgilio Martínez Reyna, un fanático de Alfonseca, lo enteró de los movimientos del general Trujillo y los instó a que lo depusiera de la jefatura del Ejército Nacional.
Personalmente Horacio Vásquez los reunió y los exhortó a que trabajaran juntos en armonía para que el proyecto de la reelección tuviera el éxito esperado.
Los partidos políticos organizados iniciaron la campaña política con miras a las elecciones del 16 de mayo de 1930. El partido Progresista dirigido por Federico Velázquez, el Partido Republicano, dirigido por Rafael Estrella Ureña, el Partido Liberal, dirigido por Desideria Arias y el Partido Nacionalista, dirigido por Teófilo Hernández, decidieron concurrir unidos a las próximas elecciones nominando a Federico Velázquez como candidato presidencial y a Rafael Estrella Ureña como candidato vicepresidencia., inscribiendo dichas candidaturas en la Junta Central Electoral, el día 16 de febrero de 1930.
En cambio, el Partido Nacional presidido por Horacio Vásquez y la Coalición Patriótica de Ciudadanos, presidida por Elías Brache, inscribieron las candidaturas de Horacio Vásquez para presidente y José Dolores Alfonseca para la vicepresidencia.
En Santiago, el periodista Rafael Vidal Torres fue detenido por cuestiones políticas. Lo mismo ocurrió con Roberto Despradel. Ambos estuvieron confinados en la Fortaleza Ozama, bajo la custodia de Trujillo, desarrollando allí una gran amistad.
Trujillo se interesó en los asuntos políticos, y a pesar de que Vidal y Despradel debían ser liberados, éste los retuvo para seguir nutriéndose de sus ideales y planes.
Fello Vidal, como le decían, era el más osado y el de mayor ambición. Los dos propusieron a Trujillo quedarse con el poder y lo hicieron amigo del joven Rafael Estrella Ureña, fogoso político de Santiago.
En una reunión celebrada entre Rafael Vidal Torres, Roberto Despradel y Trujillo, los tres hombres trataron sobre la situación política del país y los acontecimientos que podrían presentarse.
El poderoso jefe del ejército Nacional les explicó los problemas que había confrontado y la entrevista en la legación americana. También les comentó la humillación que le habían hecho de unirlo con José Dolores Alfonseca y el deseo del presidente Vásquez de que se arreglara con Alfonseca y de que respaldara su reelección. Comentaron el descrédito del gobierno, las ambiciones del viejo caudillo de permanecer en el poder y sobre la posición incómoda en que lo habían colocado.
Vidal y Despradel aconsejaron a Trujillo que se sacudiera y que no se dejara usar de instrumento del grupo palaciego que rodeaba al presidente Horacio Vásquez. Usted tiene las armas y el poder, y que rompiera con los horacistas.
Aunque Trujillo manifestó en la reunión, que eso no se podía hacer, porque los americanos no respaldarían ninguna acción contra el orden constitucional, Rafael Vidal Torres y Roberto Despradel propusieron a Trujillo dar un golpe de Estado a Horacio Vásquez.
Para justificar el rompimiento del orden constitucional, le abrieron los ojos al general Trujillo, expresándole que Horacio Vásquez había hecho lo que le viniera en gana en este país. Que había extendido el período constitucional por dos años y nada pasó. Que había modificado la Constitución para reelegirse y que nada sucedió. Que el pueblo estaba indignado y que cualquier acción que se tomara el pueblo la recibiría con júbilo.
Al día siguiente, Trujillo se movilizó para alcanzar su objetivo. Logró que Desideria Arias, Rafael Estrella Ureña, Teófilo Hernández y Elías Brache Hijo, rompieran la alianza con Federico Velázquez.
Horacio Vásquez, muy enfermo, se refugió nuevamente en la legación Americana. Allí, para evitar un derramamiento de sangre, convino nombrar a Rafael Estrella Ureña como Secretario de Interior y Policía, para que asumiera constitucionalmente la presidencia de la República. El ministro americano Curtis se opuso a que se nombrara a Trujillo en ese cargo.
El 3 de marzo de 1930, Rafael Estrella Ureña fue investido como Presidente interino de la República. Se comprometió a celebrar elecciones libres. En realidad, el gobernante era el general Trujillo, en vista de que el plan de Rafael Vidal Torres y Roberto Despradel se había realizado eficazmente y, en las elecciones del 16 de mayo del 1930, resultó electo, nada menos que Rafael Leónidas Trujillo Molina, dando paso así a los 31 años de mandato del generalísimo Trujillo. Si usted lo sabía, recuérdelo. Si no lo sabía, anótelo. FUENTE: Libro de Sandino Grullón, Historia de las Elecciones Dominicana.